Hace miles de años, en el cielo surgió la
rivalidad entre dos hermanos por el amor de una
atractiva y encantadora joven de nombre
Pachamama (Diosa Madre Tierra). Ella eligió por
esposo a Pachacamac ( Dios Creador del Mundo ),
motivando la rebeldía de Wakon ( Dios del Fuego,
Dios del Mal ), quien tuvo que ser expulsado del
reino celestial por designio de todos los
dioses. Lleno de ira, Wakon ocasionó desastres
en la tierra: sequías e inundaciones, hambre y
muerte.
Conmovido por el efecto
devastador de la furiosa descarga de cólera y
odio de su hermano contra el mundo, Pachacamac
descendió del cielo y venció a
Wakon en una feroz
pelea, restableciendo el orden en el planeta.
Entonces, como seres mortales, Pachacamac y
Pachamama reinaron en la tierra, mientras el
rendido Wakon fue desterrado, condenado a vivir
en la sombra, en cuevas de las montañas más
lejanas, con la advertencia de no regresar
jamás.
Durante la época de
florecimiento que sobrevino, la pareja divina
tuvo dos gemelos, varón y mujer, llamados Wilkas;
pero la felicidad se cortó abruptamente cuando
Pachacamac cae al mar de Lurín (Lima ) y muere,
quedando convertido en una isla. Entonces el
silencio y las tinieblas cubrieron el mundo.
A pesar de la tristeza y la
oscuridad, Pachamama y sus niños no
desfallecieron. Caminaron sin rumbo en la noche
interminable, teniendo que esconderse a menudo
de enormes monstruos; su esencia divina les
permitía mantener la agilidad mental para salir
ilesos de cualquier adversidad y continuar la
marcha errante. Cuando se hallaban por las
tierras de Canta (sierra de Lima), vieron un
pequeño resplandor de fuego en las alturas y no
dudaron en ir hacia él, ignorando que aquel
resplandor, esa única luz de esperanza, provenía
de la cueva de Waqon.
Al llegar, cuentan sus
penurias y reciben la ayuda de un desconocido
Wakon; éste se las ingenia para quedarse solo
con la bella Pachamama — envía a los pequeños a
traer agua en una vasija rajada — y trata de
seducirla, pero ella lo rechaza.
Sumamente
encolerizado Wakon la mata a golpes, la
descuartiza y devora su carne; el demonio
antropófago se regocija todavía con los huesos
en las manos y restos de
sangre fresca en la
boca, mientras el espíritu de Pachamama se aleja
para
convertirse
en
la
Cordillera «La
Viuda» ( Andes Centrales, límite de Lima, Junín
y Pasco ).
Habiéndose ingeniado para
parchar la vasija con arcilla y hojas verdes,
los hermanitos regresan con el agua. Miran por
todos lados, buscan llorando a su madre; el tío
se apura en decirles que ha salido y le ha
pedido
que los cuide hasta
su regreso. Wakon pretendía realmente
devorárselos, después de engordarlos lo
suficiente; felizmente, aparece el Huaychao (
ave andina que anuncia la salida del sol ) para
contarles que su madre fue asesinada y devorada
por su tío.
Los gemelos huyen, corren sin parar, temen a la
muerte que viene tras ellos. En el trayecto,
diversos animales ofrecen distraer al malvado
persecutor; avanzan y avanzan, demostrando
valor, a pesar que sus delgadas piernas se van
rindiendo; muy cansados ya, una zorra los oculta
en su madriguera.
Al mismo tiempo, Wakon
recorre velozmente los caminos, pregunta al
cóndor, al jaguar, a la serpiente y a otros
animales que va encontrando a su paso, pero
ninguno le da una buena pista. Finalmente, se
encuentra con la zorra, quien le dice que los
niños vendrán si canta desde la montaña más
alta, imitando la voz de Pachamama. Crédulo y
poco sagaz, Wakon emprende una rauda carrera
hacia la cumbre pero, faltando muy poco para
llegar, pisa una piedra aflojada adrede por los
animales y cae al abismo, ocasionando su muerte
fortísimos temblores.
Los Wilkas
se salvaron, pero
han quedado en la orfandad, sólo tienen a la
zorra que hace lo posible para que no mueran de
hambre, alimentándolos incluso
con su sangre; viven
tristes, sin tener siquiera alguna esperanza de
que su suerte cambie. Pero como nada terrenal es
eterno, pronto el destino los llevaría por un
rumbo jamás imaginado.
Cierto día en que
salieron
al campo a recoger
papas, en uno de los surcos
encontraron una oca
grande en forma de muñeca y se pusieron a jugar
con ella
hasta que se partió
en pedazos; desconsolados se quedaron dormidos.
Su padre Pachacamac que los miraba
desde el cielo
sintió la más profunda pena y en ese instante
decidió llevarlos junto a él.
Al despertarse, la niña
contó a su hermanito que tuvo un sueño en el que
tiraba su sombrero y
ropas al aire y arriba se quedaban; ella estaba
acalorada y él no supo qué decirle. Sentados al
borde de la chacra, ambos se hallaban
confundidos, contrariados, tratando de
interpretar el sueño, cuando de repente vieron
bajar del cielo dos cuerdas doradas; se miraron
sorprendidos y, empujados más que nada por la
curiosidad, decidieron treparse en ellas y subir
para saber hacia dónde conducían. El ascenso fue
sencillo, porque las cuerdas se recogían
suavemente como si alguien las jalara; los
Wilkas llegaron al cielo y no tardaron en
experimentar la felicidad absoluta, al encontrar
vivo a su amoroso padre Pachacamac, quien los
premió dándoles un lugar de privilegio en su
reino, quedando transformados en el Sol y la
Luna. Así
terminaba
la época de
oscuridad total en la tierra, dando paso al día
y la noche.
(Fuente: Misterio a la Orden)
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