Guilli Llampa murió en la puna
jujeña. Su muerte me despierta un dolor
profundo, casi visceral. Se que su recuerdo me
mortificará siempre ; porque para mi, él se
morirá mil y mil veces.
Ese collita moreno, de ojos
ligeramente rasgados, de cabello áspero y
renegrido, con ojotas, poncho de llama y
sombrero ovejuno, Güilli el pacífico, el
benévolo, el dulce, el suave, como su apellido
quichua lo sugiere, se murió porque quiso
aprender a leer. El deseaba agrandar el
horizonte que le cerraban los cabrosos picos
andinos; y día tras día, trepando cerros,
bordeando hondonadas, bajando cuestas iba a la
escuela silvestre en donde con un grupo de
changos como él, aprendía el abecedario y
comenzaba a comprender que pertenecía a una
patria mucho más grande de lo que sus montañas
le dejaban ver.
Esa fría tarde, Güilli regresa
de la escuela a su casa. El camino es largo y
escarpado, pero él es un montañés con pulmones
de altura y pantorrillas de acero. Su sobado
libro de lectura - que le muestra niños
rozagantes, limpios, de blancos guardapolvos- y
su cuaderno de desprolijas hojas de puntas
enrolladas, llenas de signos escritos
trabajosamente al lado del fogón, se aprietan en
su mano. Güilli camina y camina.
En su rancho de piedra y barro
lo espera el abrigo seguro, el fuego encendido,
el locro humeante y la tibieza acogedora de su
madre. Apresura el paso; él piensa ahora e la
tortilla cocida al rescoldo. Al alcanzar una
meseta, un ramalazo de viento helado lo
conmueve. Unas rocas le ofrecen refugio
tentador. Descansará un rato y luego seguirá. Se
acurruca y se siente cómodo. Poco a poco va
cayendo en una grata modorra. En el cielo azul
Chaska Koyllur el lucero, ha comenzado a brillar
tenuemente; Güilli se ha quedado mirándolo …
(Guilli
Llampa duerme tranquilo. Un gran suri blanco, el
Espíritu de la Montaña, vigila su sueño y lo
arropa con sus alas Chaska Koyllur, como un gran
ojo del cielo, lo mira).-
Naciò
en 1915 en la ciudad
de La Plata. Considerado como uno de los mas
sobresalientes escritores de
Amèrica en los
últimos tiempos, Jorge W. Abalos, supo ganarse
el afecto de quienes lo conocieron, asi también
de sus lectores, a través de su benemérita obra
comprendida en el área de la ciencia y la
literatura
Publicò: Shunko” (traducido en varios idiomas),
“Animales, Coplas y Leyendas”; “Norte Pencoso”,
“Que sabe usted de víboras”, etc; tiene además
publicado 60 trabaos sobre investigación
científica.
Jorge
W. Abalos, falleció en octubre de 1979, en la
ciudad de Còrdoba, donde residía desde hace
tiempo.-
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