sábado, 19 de marzo de 2016

Felipe Rojas


Canto sin cadenas
 
Han cerrado sus leyendas los delfines
en el hito escalador de altos soles y galaxias.
Han cerrado en cuatro lados las historias
para salvar  al continente hijo
de las estrellas.
La vida, de otra vida, la del tiempo,
vendrá del infinito, con el mesías  de fuego
y una celda cosmogónica y viajera.
Será un todo iluminado, la del olímpico peldaño,
Una errante fundación de eras contra eras.
¿Qué  será de este hombre azul que bebe noches?
El que destila niños en la pública  montaña  del misterio,
aquel huésped  de planetas , con sus manos
ateridas de  novelas,
el que rompe su cuna vegetal  enloquecido de espacio
interminable.
Si nosotros morimos con grillos en la tierra
y existen  hordas de fuegos y campanas,
será el oscuro siempre o la antorcha
jamás descolgará caminos.
Nos sube el canto en dimensión de estría
y en cada amanecer el rombo sideral
acuesta cielo en los campos.
Partiendo están sílfides mecánicas
desde la oración universal del día.
Y el planeta es uno más,
vagando con su noche y su mañana.

Rìo de Carnaval
 
Huyo hacia el sol tu enero de ríos
cuando el silencio hurgaba las horas sumergidas.
No debieron crearte los enamorados del viento.
Ni los otros, aquellos castos del remanso.
Ellos fueron la tarde,
un libro de cristal en las arenas,
nosotros el esfuerzo de aprender melancolías.
Vayan por mi sombra
a juntar el sueño de las piedras.
No arrojen tanta pena,
que se apaga de celos el verano.
Espero donde termina el sonido
midiendo tus orillas de nutria.
Busquémonos suavemente y que lloren de una vez
las golondrinas.
Al norte de la tierra, horizontales indios
derrumban sus malones.
Que ganas de morir lleva el querernos
con tu manera infértil de sembrar el agua.
Alcánzame la noche, voy a lustrar el corazón del cielo.
Se disfraza la tarde de últimas palomas, y muero.
Ahora descubro tu difícil pollera de innumerables vidas.
Guitarras morenas tocan mi resurrección celeste
y vengo a salpicar tu cuerpo.
Arrima el carnaval a tu regazo de tumbas.
Sabes que el amor, tu amor dolido
ahoga en el fondo de la hembra
un hombre innecesario.

Elegía campesina
 
Aúllan de muerte las campanas del sol
en el espectro silbador de la sequía.
Cae la lluvia entre  la hierba
pero en mi hierba no.
El arado roto, la horquilla desfigurada,
el afán tiñéndose de viejo, un perro amargamente vivo.
Está lloviendo en las espaldas
pero en mi espalda no.
Una mujer de trizas, dos hijos en pedazos,
esta cama escupiendo hilachas amarillas.
Está lloviendo allá en las casas
pero en mi casa no.
La siembra en el desierto, páramos y andrajos
y la verde desazón que pisa el campo.
Está lloviendo en los maizales
pero en mi chacra no.
El pájaro tenaz de la cosecha busca mis dedos enlutados
¡Ay mi sueños de peón de alas huecas y rebeldes!
Està lloviendo en las vidalas
pero en mi caja no.
Hundiré los ojos en la boca de las nubes tormentosas,,
será mi sombra un río de mil hachas cavando leguas y caminos.
¡Dónde quedará este tiempo, cuando duerman mis sueños en los árboles!
Està lloviendo a toda sangre, sangre espantada
de un mortero lento que acribilla.
Està cayendo así sobre la siembra
pero en mi siembra no.


(poemas del libro: “Los Poetas que Cantan”. Volumèn 8 - Comisiòn Municipal de Folklore de Cosquìn - Enero 2012)

Naciò en La Banda (Santiago del Estero en 1940). Falleciò en 2011 en Santigo del Estero (Argentina). Poeta, escritor, autor y compositor,
Publicò: Tiempo de sol y soledad; El canto de la micorriza;  Memorial de tu nombre

Nuestro especial agradecimiento a su señora esposa, la escritora Melcy Ocampo, por haber  permitido que sus poemas hayan  sido publicados en revista “Mapuche”.

Gracias!! Melcy por tu valioso aporte.

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