Canto sin cadenas
Han cerrado sus leyendas los delfines
en el hito escalador de altos soles y galaxias.
Han cerrado en cuatro lados las historias
para salvar
al continente hijo
de las estrellas.
La vida, de otra vida, la del tiempo,
vendrá del infinito, con el
mesías
de fuego
y una celda cosmogónica y viajera.
Será un todo iluminado, la del olímpico peldaño,
Una errante fundación de eras contra eras.
¿Qué
será de este hombre
azul que bebe noches?
El que destila niños en la
pública
montaña
del misterio,
aquel huésped
de planetas , con
sus manos
ateridas de
novelas,
el que rompe su cuna
vegetal
enloquecido de
espacio
interminable.
Si nosotros morimos con grillos en la tierra
y existen
hordas de fuegos y
campanas,
será el oscuro siempre o la antorcha
jamás descolgará caminos.
Nos sube el canto en dimensión de estría
y en cada amanecer el rombo sideral
acuesta cielo en los campos.
Partiendo están sílfides mecánicas
desde la oración universal del día.
Y el planeta es uno más,
vagando con su noche y su mañana.
Rìo de Carnaval
Huyo hacia el sol tu enero de ríos
cuando el silencio hurgaba las horas sumergidas.
No debieron crearte los enamorados del viento.
Ni los otros, aquellos castos del remanso.
Ellos fueron la tarde,
un libro de cristal en las arenas,
nosotros el esfuerzo de aprender melancolías.
Vayan por mi sombra
a juntar el sueño de las piedras.
No arrojen tanta pena,
que se apaga de celos el verano.
Espero donde termina el sonido
midiendo tus orillas de nutria.
Busquémonos suavemente y que lloren de una vez
las golondrinas.
Al norte de la tierra, horizontales indios
derrumban sus malones.
Que ganas de morir lleva el querernos
con tu manera infértil de sembrar el agua.
Alcánzame la noche, voy a lustrar el corazón del
cielo.
Se disfraza la tarde de últimas palomas, y
muero.
Ahora descubro tu difícil pollera de
innumerables vidas.
Guitarras morenas tocan mi resurrección celeste
y vengo a salpicar tu cuerpo.
Arrima el carnaval a tu regazo de tumbas.
Sabes que el amor, tu amor dolido
ahoga en el fondo de la hembra
un hombre innecesario.
Elegía campesina
Aúllan de muerte las campanas del sol
en el espectro silbador de la sequía.
Cae la lluvia entre
la hierba
pero
en mi hierba no.
El arado roto, la horquilla desfigurada,
el afán tiñéndose de viejo, un perro amargamente
vivo.
Está lloviendo en las espaldas
pero en mi espalda no.
Una mujer de trizas, dos hijos en pedazos,
esta cama escupiendo hilachas amarillas.
Está lloviendo allá en las casas
pero en mi casa no.
La siembra en el desierto, páramos y andrajos
y la verde desazón que pisa el campo.
Está lloviendo en los maizales
pero en mi chacra no.
El pájaro tenaz de la cosecha busca mis dedos
enlutados
¡Ay mi sueños de peón de alas huecas y rebeldes!
Està lloviendo en las vidalas
pero en mi caja no.
Hundiré los ojos en la boca de las nubes
tormentosas,,
será mi sombra un río de mil hachas cavando
leguas y caminos.
¡Dónde quedará este tiempo, cuando duerman mis
sueños en los árboles!
Està lloviendo a toda sangre, sangre espantada
de un mortero lento que acribilla.
Està cayendo así
sobre la siembra
pero en mi siembra no.
(poemas del libro: “Los Poetas que Cantan”.
Volumèn 8 - Comisiòn Municipal de Folklore de
Cosquìn - Enero 2012)
Naciò
en La Banda (Santiago del Estero en 1940).
Falleciò en 2011 en Santigo del Estero
(Argentina). Poeta, escritor, autor y
compositor,
Publicò: Tiempo de sol
y soledad; El canto de la micorriza;
Memorial
de tu nombre
Nuestro especial
agradecimiento a su señora esposa, la escritora
Melcy Ocampo, por haber
permitido que sus
poemas hayan
sido
publicados en revista “Mapuche”.
Gracias!! Melcy por tu
valioso aporte.
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