sábado, 18 de diciembre de 2021

Leyendas Argentinas

 


La leyenda de los Aromos
 
“Capullos de sol”
                          por Irma Droz                       
 
Chani era una indiecita que llegó con su familia para quedarse en este valle, junto con los aborígenes que vivían aquí, felices, trabajando la tierra, sembrando, criando sus animales.
 
Los padres de Chani, siguiendo el consejo de los ancianos de su tribu, vinieron buscando la salud para la joven, en este valle lleno de sol y con un hermoso rìo, amplio y cristalino. Ella estaba muy pàlida y delgada, y su tos permanente, le quitaba fuerzas día a dìa.
 
Al pie de la sierra y junto al rìo, vivìan sus hermanos, los comechingones, que los recibieron dispuestos a rogar al dios Inti, por la salud de la indiecita.
Chani era una joven muy bella y estaba muy enferma. Cuando Istinku la conoció, sintió el deseo de protegerla y de rogar, dìa y noche por su salud. El era un joven fuerte y trabajador; sembraba la tierra con su padre y no tardò en hacer amistad con ella.
 
Los días pasaban y Chani seguía  muy débil. Istinku rogaba por ella y entre ambos surgió el amor. Todos los jóvenes de la comarca eran testigos del afecto que nacìa y se unieron para rogar al dios Inti por la salud de la indiecita. Pedìan al cielo  rayos de luz y calor que, como decían los ancianos, sería lo que podía salvar su vida.
 
El invierno no tardò en llegar y los rayos de Inti no eran lo suficiente fuertes para sanar a la joven.
Después, el tiempo de las lluvias; gruesos nubarrones cubrìan el cielo. Chani estaba cada vez màs pàlida y débil. Su tos no le daba descanso. Los ancianos de la tribu no lograban aliviarla con sus medicinas.
 
Istinku desesperado, corrió una noche hasta el pie de la montaña y levantando sus brazos al cielo, esperò la salida de Inti para pedirle rayitos de luz y calor para su amada indiecita. El valle se hizo eco de su ruego que corrió por el monte, junto al murmullo del rìo y el canto de los pàjaros …Toda la tierra supo de su amor y su plegaria… Asì fueron  pasando los días y las noches…
 
Allà en la tribu, Chani estaba muy débil. Un profundo sueño comenzó a invadir todo su cuerpo; sus ojos cansados se fueron cerrando lentamente… En ese momento, un rayo de sol iluminò su frente y en su carita se dibujò una expresión de alivio y felicidad. Se había dormido para siempre…
 
Los  hermanos de Istinku recordaron entonces que el joven llevaba varios días al pie de la montaña. Corrieron para darle la triste noticia, era la hora del atardecer; una nueva fragancia crecía en el aire.
 
Grande fue la sorpresa cuando al llegar, se encontraron con un hermoso árbol que aùn conservaba la figura del joven. Las piernas se habían hundido como raíces en la tierra, la piel morena que cubrìa su cuerpo, era una corteza oscura y rugosa; sus brazos, tendidos al cielo, se habían multiplicado en ramas con hojitas verdes y pequeñas espinas grises que protegían a ciento de copitos, amarillos y perfumados, cubriendo todo el follaje. Eran pequeños capullos de Sol que Inti le había regalado en premio a su amor y fidelidad.
 
Istinku se convirtió asì en un hermoso Aromo. El viento lo fue sembrando a lo largo de todo el valle; y desde entonces, se viste de Sol todos los años y su perfume purifica el aire para todo aquel que llega a esta región en busca de la salud perdida.
 
Los Aromos son, desde aquel dìa, un símbolo de custodia, amparo y protección.-
 
Nombres propios de la legua quechua:
Chani : Que tiene valor, aprecio.
Inti        : Sol
Istinku : Hierba aromática (Aromo)
 
Esta leyenda fue creada para la “Guarda de los Aromos” de Santa Marìa de Punilla, tomando elementos de la región y respetando las características naturales de nuestra zona.
 
Irma Droz: Poeta, escritora y docente de Santa Marìa de Punilla (Còrdoba) Argentina


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