jueves, 19 de diciembre de 2019

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Rescoldo de caracoles (narrativa),de Elbis Gilardi, Brinkmann (Còrdoba) Argentina.130 pàg.  21x14 cmISBN 978-987-591324-0.
Ilustraciòn tapa e interiores: Arte y pintura pintura rupestre precolombino. Autores de las mismas: Miriam Marchesi y Rubèn Castorina.
Diseño:  Fabiana Gutièrrez (Brinkman).
Editorial Brujas (Còrdoba) Argentina.
2012.-

Primer Rescoldo

Se agita el mar
en movimiento de gaviota larga.
Se descaracola en espuma rosa.
Sujetan su vientre cuatro flamencos
de la costa.
Lenguaje de caracol. Odisea de rencores.

Caracol que apoya su oído
a otro oído
para traducir el alma
para diseñar la playa …

Lenguaje de caracol
música monocorde en la pulpa
del silencio.

                  pàg. 11

El sonido de los caracoles

¡Mula!,¡mula!,¡mula…!
Intermitentemente, la burla le fue agriando el carácter. Acre por naturaleza. Los inmensos ojos ojos claros se desteñían, motivados por la furia y los deseos de inmolarnos que le aceleraban el impulso
    ¡Mula!, ¡mula!,¡mula…! Asì la apodábamos despectivamente. El apellido no le favorecía para nada.
    Todos corríamos para salvarnos de la torpeza de sus manos. Nos aventajaba en años y en contextura física. Era tan rubia que la piel se  imetizaba con sus cabellos, sòlo era seriedad que la convertía en bruja ¡bruja!, ¡bruja…! ¡mula!, ¡mula…!
 Cuando creció, no olvidò el rencor que nos profesaba, y aunque no conocíamos su paradero (para previamente de una inminente venganza) volvió, la mató, mató a aquella niña que siempre la provocaba con màs empeño. Ahora ya no era niña, era mujer. ¡La mula la matò! ¡Fue la mula…!
  La llevaron lejos, cerca del mar, sola, muy sola, paea atemperar el desorden del alma. Conociò el lenguaje de los caracoles o del mar, o de su propio resentimiento … Caracoles que traducían otros sonidos màs profundos. Los apoyaba a su oído. Escuchaba la música del mar: ¡mula!, ¡mula!, ¡mula…!

                                                    pàg. 13

Tercer rescoldo

El viento del este trae lluvia
y sueño visceral de caracoles.

El viento estibador de trigo
recoge en bolsas  el resto de los panes.

No es suficiente.

Algunos morirán de hambre
otros, comerán por la nueva cicatriz del horizonte…

                                                pàg. 57

La época del poeta

Acà vivió el poeta, en medio de lingotes de trigo maduro. Con el único susurro que anidaba en el fondo de la tierra. Con el calor derretido en los granos de oro.
Sólo por épocas visitò esa casa. Era un bohemio de galera y frack. Amaba la musa, su musa, dueña incondicional de aquellos trigales. Era la mujer, la de los senos turgentes, con rubores frescos y lozanos que diseñaban la redondez de sus mejillas.
Él escribió las paredes de la habitación que compartían con versos de su propia cosecha, la del mes de noviembre, cuando el trigo exhibía sus espigas para que los pájaros elevaran cantos de alabanza.
Acà vivió el poeta. Hace mucho más de lo que el pensamiento se atreve a celar en su mollera.
Una mañana de diciembre, acompañado del remolino del remolino seco y pegajoso del viento del verano, alguien lo vio partir, inundada la galera de gorriones. Ella, la campesina de turgentes senos y rubores oferentes, corrió tras él, nadie sabe que pasó después, aún pulula la incógnita en el imaginario de la gente.
Algunos suponen que se perdió en las exequias del horizonte.

                                                  pág. 71

Elbis Gilardi. Poeta, narradora.
Naciò en San Guillermo (Santa Fè), reside en la actualidad en Brinkmann (Còrdoba) Argentina.
Publicò: Carasucia; Destierro; Entre salmos y mariposas; Identidad del viento; Olor a naranjas; Bilingüismo de lo cotidiano; Un dedo para Tomás Cuatro gatos y una luna; Salomòn, sangre azul

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