jueves, 19 de diciembre de 2019
María Clemencia Botero Yali
El tiempo
Cuando espero
el tiempo es zozobra,
es caracol deambulando
sereno la ceiba sin fin.
Cuando estoy triste
el tiempo es lerdo,
da diminutas zancadas
y a cada paso se distrae
con el vuelo de una mosca.
Cuando sufro
el tiempo es corrupto,
se embebe en mi llanto
y baila al son del réquiem
de Mozart, de Fauré o de Verdi.
El tiempo, se hace eterno
cuando me aburro,
cuando todo parece un cementerio
con pieles ajadas,
gangrenados sueños y
huesos desnudos.
El tiempo, no es la medida
que el reloj da,
no es cada hora que pasa
ni cada minuto
ni cada segundo,
El tiempo,
es mi manera de sentir.
Al abismo
Hoy existo.
Existiré mañana?
decir lo que soy
y lo que siento
me hunde en un abismo
y los espectros me abrazan.
Mi cara la roba el espejo
y a cuchilladas de lápida la regresa.
Su exigencia es contundente:
Mi sangre o la de él.
Mi corazón arde en miedo
impide mi vuelo
y el afilado cuchillo
en mi cuello acecha.
Si me pregunta
¿Quién eres?
¿Qué has hecho?
¿A dónde irás?
Responderé:
Soy poeta,
he edificado mi andamio,
y ésta pendiente
me lleva al abismo.
Reinventarme
Quisiera deshacer todo.
Volver a la adolescencia,
pero…
con la experiencia de hoy,
con la inocencia perdida
para navegar mares,
oler la sal excitante
y aderezarme
con arena dorada.
Poder medir la distancia
entre los ojos y el sudor,
hurgar en mi corteza
y sacar de mis entrañas
esa diosa
que nunca fue.
Naciò en Manizales, Caldas, (Colombia) , vive actualmente en Bogotá . Poeta
Ha publicado sus trabajos en diversas antologías y páginas web.
José Antonio Cedrón
a Horacio De Tomaso,
Ricardo Nelli
Ricardo Nelli
De esas cosas me olvido, es tanto el trajinar,
las rutinas que vuelven del deseo
con palabras cruzadas por el hábito.
De esas cosas me olvido,
de las cartas que siguen llegando hasta el exilio,
de los que se quedaron con todo y las maletas.
De la mano subida hasta mis hombros
para volver del nunca más, me olvido.
De las fragmentaciones que borraron el eco,
de lo que fue mudado,
de los que me donaron su paisaje, sin dar nombres,
de las perras que tuve mirando al desempleado,
de la noche escuchando, en Puebla, a Brian Eno,
del sol que la plagiaba cuando ella estaba lejos,
de la hebilla plateada del cinturón que entonces
me alcanzaba debajo de la mesa.
De esas cosas me olvido, de los tantos poemas
inconclusos que hablaban de nosotros
y el misterio rumiaba sin poder descifrarlos,
de aquel aro de luz en los escombros,
de las huellas que pisan la búsqueda incesante
del sin mirar del sin saber de dónde.
A las piedras guardadas
A las piedras guardadas
para tocar el tiempo cuando estuve
les concedo el olvido.
De esas cosas no hablo, como los elefantes,
para que la memoria se burle del olvido.
Cantan, y cuando cantan parece que están solos.
Miran, y cuando miran parece que están solos.
Sienten, y cuando sienten parece que están solos.
Rafael Alberti
Miran, y cuando miran parece que están solos.
Sienten, y cuando sienten parece que están solos.
Rafael Alberti
Ahora estoy de regreso
llevando aquello previo a lo dejado
para que no me aturdan las palabras
que pasan.
Siempre estoy de regreso cuando la tarde
baja por su ruta. Y descanso en lo poco que ilusiono.
El dudoso horizonte, intenso y ondulante
(que no ocupa lugar en la ventana)
comienza a destejer la piel donde estuvimos.
En ese tiempo inmóvil, a un lado del camino
el recuerdo entretiene lo que quedó en las cosas
como lo que se busca ya encontrado
pensando en lo que haremos estando de regreso
en la arboleda perdida.
llevando aquello previo a lo dejado
para que no me aturdan las palabras
que pasan.
Siempre estoy de regreso cuando la tarde
baja por su ruta. Y descanso en lo poco que ilusiono.
El dudoso horizonte, intenso y ondulante
(que no ocupa lugar en la ventana)
comienza a destejer la piel donde estuvimos.
En ese tiempo inmóvil, a un lado del camino
el recuerdo entretiene lo que quedó en las cosas
como lo que se busca ya encontrado
pensando en lo que haremos estando de regreso
en la arboleda perdida.
Nació en Buenos Aires, (Argentina). Poeta
Publicò: Viaje hacia todos; La tierra sin segundos; De este lado y del otro; Actas; Cuaderno de tránsito, y el reportaje novelado El Negocio de la Fe.
Leyendas Argentinas
Leyenda del viento Zonda: culpa de un indio sin corazón
En San Juan se dice que el viento caliente y seco que corre de mayo a septiembre toma su nombre de la Quebrada del Zonda, donde lugar considerado como su punto de origen.
A veces llega con gran espectacularidad: ráfagas de 60 kilómetros por hora, nubes de tierra, y elevando la temperatura varios grados. Llega volteando árboles y volando cualquier cosa liviana –y no tanto- que encuentra a su paso, siempre corriendo desde el Oeste o Noroeste.
Algunos lo llamaban Huayra Puca, o “Viento de las brujas”, por el poder negativo que desencadena en el ánimo de la gente: produce sopor, angustia, sofocación, depresión, alergias (arrastra polvo y esparce el polen) y presión alta.
Según la leyenda contada en el libro “Cuentos y leyendas populares de la Argentina” el Zonda nació así:
El indio Huampi gobernaba varias tribus de las que habitaban estos valles. No había otro que se destacara como él por su indomable valor y su extraordinaria destreza en el manejo de las armas.
Admirado y temido por todos, era al mismo tiempo amo y señor de toda la comarca.
Manejaba el arco con tal habilidad que no perdía víctima a la que arrojara sus certeras flechas.
Por eso en los montes, valles, praderas y bosques que recorría, tanto caían guanacos, vicuñas y huillas, como los cóndores, los suris y toda clase de aves.
En sus frecuentes cacerías, Huampi no perdonaba ni a las crías más chiquitas. Iba de este modo despoblando de animales la región.
Volvía un día, al caer la tarde, cargado de caza, cuando se le apareció Pachamama, entre resplandores:
-¡Huampi, mal hijo de la Tierra!, ¿Te has propuesto terminar con todos los animales? ¿Por qué los persigues sañudamente? Hasta los pájaros del bosque te tienen miedo y callan cuando apareces.
Huampi bajó la cabeza y Pachamama prosiguió:
-¿Piensas, indio soberbio, que he creado los animales para que tú los mates? Sigue matando y llegará el momento en que te faltará su carne para comer y su leche, y sus pieles para cubrirte. Si no dejas vicuñas ni guanacos, ¿dónde encontrarás lana suave y sedosa para tejer tus mantas? Si no dejas llamas, ¿qué animal llevará las cargas a lugares lejanos? ¡Mata las aves y no tendrás plumas para adornarte! Eres ambicioso y egoísta y desagradecido porque no sabes apreciar ni respetar los bienes que te da la Madre Tierra. Huampi no tienes corazón. Para con esta actitud o el castigo será severo.
Pachamama desapareció envuelta en su luz y Huampi creyó despertar de una pesadilla. Estaba paralizado de miedo. Intentó dominarse, pero los amargos reproches de Pachamama y la amenaza de castigo le atormentaban duramente.
Pero al poco tiempo volvió a cazar, tal vez con más saña que antes.
Hasta que un día, apoyando en el grueso tronco de un árbol, entregado a sus reflexiones, oyó un silbido.
-¿Qué es eso? dijo, e inmediatamente sintió su rostro azotado por un aire caliente que quemó su oscura piel; las ramas de los árboles se agitaban, hojas, flores y frutos se arremolinaron a sus pies y el silbido era cada vez más lastimero y terrible.
Huampi no dudó, era la furia de la Pachamama sobre él y sus dominios, en forma de huracán espantoso. Era el castigo prometido. Desapareció envuelto en un remolino ardiente y polvoriento, empujado por abrazadoras rachas de viento seco. Fue condenado a vagar sin tiempo por todos los rincones de la cordillera de Los Andes convertido en lamento.
Desde entonces sopla el viento Zonda por los valles andinos con voz casi humana.
Fuente: Tomado de la página web: http://destinosanjuan.com.ar
Norma Mabel Domancich
Lonko Pincén
Te llevaron a la isla, Pincén.
Quiero creer que anduviste sus playas,
que exploraste la misteriosa selva.
Quiero creer que sembraste
justicia bajo esas estrellas.
Pero sé que no es cierto.
Sé de tu celda maloliente,
de tus noches sin mañanas,
del dolor silencioso, del tormento.
La última aurora te despierta.
En la penumbra cantan tus ancestros,
danzan tus hijos no engendrados.
El poncho resbala tus heridas,
desnuda tanto sufrimiento.
Un viento con olor a sures
trae las voces de tu pueblo.
¡Pincén, Pincén! - gritan los tuyos -.
¡Pincénnnn! ¡No es el fin, es el principio!
Allá lejos, el sepia de tus fotos
va rodando entre manos enguantadas,
tés ingleses y susurros de seda.
A salvo, niñas y caballeros,
se santiguan al verlas.
Poeta. Narradora.
La Plata (Buenos Aires). Argentina.
Publicò: La mujer que sòlo decía cosas lindas y otros cuentos… Más allà de los miedos, Cuando esta lluvia Pase
Libros
Rescoldo de caracoles (narrativa),de Elbis Gilardi, Brinkmann (Còrdoba) Argentina.130 pàg. 21x14 cm. ISBN 978-987-591324-0.
Ilustraciòn tapa e interiores: Arte y pintura pintura rupestre precolombino. Autores de las mismas: Miriam Marchesi y Rubèn Castorina.
Diseño: Fabiana Gutièrrez (Brinkman).
Editorial Brujas (Còrdoba) Argentina.
2012.-
Primer Rescoldo
Se agita el mar
en movimiento de gaviota larga.
Se descaracola en espuma rosa.
Sujetan su vientre cuatro flamencos
de la costa.
Lenguaje de caracol. Odisea de rencores.
Caracol que apoya su oído
a otro oído
para traducir el alma
para diseñar la playa …
Lenguaje de caracol
música monocorde en la pulpa
del silencio.
pàg. 11
El sonido de los caracoles
¡Mula!,¡mula!,¡mula…!
Intermitentemente, la burla le fue agriando el carácter. Acre por naturaleza. Los inmensos ojos ojos claros se desteñían, motivados por la furia y los deseos de inmolarnos que le aceleraban el impulso
¡Mula!, ¡mula!,¡mula…! Asì la apodábamos despectivamente. El apellido no le favorecía para nada.
Todos corríamos para salvarnos de la torpeza de sus manos. Nos aventajaba en años y en contextura física. Era tan rubia que la piel se imetizaba con sus cabellos, sòlo era seriedad que la convertía en bruja ¡bruja!, ¡bruja…! ¡mula!, ¡mula…!
Cuando creció, no olvidò el rencor que nos profesaba, y aunque no conocíamos su paradero (para previamente de una inminente venganza) volvió, la mató, mató a aquella niña que siempre la provocaba con màs empeño. Ahora ya no era niña, era mujer. ¡La mula la matò! ¡Fue la mula…!
La llevaron lejos, cerca del mar, sola, muy sola, paea atemperar el desorden del alma. Conociò el lenguaje de los caracoles o del mar, o de su propio resentimiento … Caracoles que traducían otros sonidos màs profundos. Los apoyaba a su oído. Escuchaba la música del mar: ¡mula!, ¡mula!, ¡mula…!
pàg. 13
Tercer rescoldo
El viento del este trae lluvia
y sueño visceral de caracoles.
El viento estibador de trigo
recoge en bolsas el resto de los panes.
No es suficiente.
Algunos morirán de hambre
otros, comerán por la nueva cicatriz del horizonte…
pàg. 57
La época del poeta
Acà vivió el poeta, en medio de lingotes de trigo maduro. Con el único susurro que anidaba en el fondo de la tierra. Con el calor derretido en los granos de oro.
Sólo por épocas visitò esa casa. Era un bohemio de galera y frack. Amaba la musa, su musa, dueña incondicional de aquellos trigales. Era la mujer, la de los senos turgentes, con rubores frescos y lozanos que diseñaban la redondez de sus mejillas.
Él escribió las paredes de la habitación que compartían con versos de su propia cosecha, la del mes de noviembre, cuando el trigo exhibía sus espigas para que los pájaros elevaran cantos de alabanza.
Acà vivió el poeta. Hace mucho más de lo que el pensamiento se atreve a celar en su mollera.
Una mañana de diciembre, acompañado del remolino del remolino seco y pegajoso del viento del verano, alguien lo vio partir, inundada la galera de gorriones. Ella, la campesina de turgentes senos y rubores oferentes, corrió tras él, nadie sabe que pasó después, aún pulula la incógnita en el imaginario de la gente.
Algunos suponen que se perdió en las exequias del horizonte.
pág. 71
Elbis Gilardi. Poeta, narradora.
Naciò en San Guillermo (Santa Fè), reside en la actualidad en Brinkmann (Còrdoba) Argentina.
Publicò: Carasucia; Destierro; Entre salmos y mariposas; Identidad del viento; Olor a naranjas; Bilingüismo de lo cotidiano; Un dedo para Tomás Cuatro gatos y una luna; Salomòn, sangre azul
Javier Martínez
Letras en el Rock Argentino
Manal
Porque Hoy Nací
Hoy adivino que me pasa
porqué mi nombre no soy yo
porqué no tengo una casa
porqué estoy sólo y no soy.
Porque hoy nací, hoy nací.
Hoy recién hoy, el sol me quemo.
Y el viento de los vivos me despertó.
Hoy adivino que me pasa,
porqué mi nombre no soy yo
porque no tengo una casa
porqué estoy sólo y no soy.
Porque hoy nací, hoy nací.
Hoy recién hoy, el sol me quemó
Y el viento de los vivos me despertó.
(del CD: Manal - 1970)
Javier Martínez.(18 de marzo de 1946), Buenos Aires, Argentina es un baterista, cantante y compositor de blues y rock argentino, fundador y líder de Manal, el primer grupo que compuso blues en español. Tiene un récord mundial en ejecución de batería. Es considerado como uno de los precursores del rock y blues en español..
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