lunes, 18 de junio de 2018

Osvaldo Pettinicchio.

La imagen puede contener: una o varias personas y gafas

El día

Despertó en aquel Domingo transgresor
de Luna y nube
y pensó que aún no había nacido.
Se calzó sus  lentes pequeños,
antiguos como su origen  y
camino desnudo.
Desnudo de la cantata cotidiana
que te pone la existencia.

Luego  la nieve, 
donde los pájaros no abundan.
Donde solo algún cuervo demorado
por su presa, lo mira,
desgarrando epílogos de vida .
Sus pies hierven de frio,
enmudecidos de movimiento alguno.
Allí, confirmó que aun no había nacido.

Las paredes de hielo de
una cumbre eterna,
de un blanco casi monosílabo,
manoseado de grises
y marrones de montaña
conmovieron sus ojos
fruto rojo oscuro y
brotaron sus lágrimas de miel
sobre la tierra.


Las manos acariciaron por fin
sentencias de luz y cielo,
sobre un pentagrama con notas
de sonidos de árboles y ventiscas,
de alambrados brillantes
como cuerdas de guitarra.
Nace el Día…


Conversaciones

(dedicado a Juan Gelman – Escritor Argentino.)

No te mereces que mencione
una sola palabra,
que adjetive la noche con estrellas
que alguna vez no pudiste ver
cuando un techo
orinado de angustia era
tu único cielo.

Cuando la única carrera de la noche
era mirar donde pisabas,
donde el cielo no quiso ser testigo.
Un cielo invertido en manchas
ya secas de sangre
de alguna muerte antigua.
Del sudor injusto de la pena
y la distancia.  Del ruido ensordecedor del alma. Todo junto.

Me hago a un costado y
veo la realidad
acompañada de vigilias.
Con voces extrañas, hasta confusas.
Calles grises.
Mi lengua, entabliya palabras
que no quieren significar
para dejar que tu corazón
vierta su poción de encierro.

Ojos llenos de mares que
siempre han separado.
¡Y no me hables de distancias,
ni de ausencias!.
Manos, que, desde tu lugar
siguen buscando los despojos
de libertad que va quedando
para llevarla a la victoria.

Caminé
por cada uno de tus versos.
Y digo versos porque
me detuve en el detalle.
Me escondí en tus exilios. De Roma,
de París. En realidad, buscando el mío,
que quedó cifrado
en aquel “aquí mismo”.
En la inmovilidad del momento,
en la oscuridad que trasuntó los días.

¡Solo te encontré a vos!. Y
fue necesario para sacar,
después de mucho tiempo,
por ejemplo,
aquellos “idus de Abril del ´77”
en que se me negó la luz y la ley,
hasta el mismo encuentro
con la muerte. Que quiso
que aún permaneciera.

Este silencio que se lleva las palabras,
este monologo de dos, porque
es como si te escuchara,
trepa al viento de ese, tu idioma,
que a veces intento entender
y que casi siempre
debo aprehender.

Para buscarte, me clave
en tu mirada llena de caminos,
de atajos de aquí, de allá…      

Poeta, escritor,
Vive en San Vicente (Buenos Aires). Argentina.
Publicò: La Vida, como la voy viviendo... (poemas); Así…como un alma buscando Ser” (poesía y narrativa).

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