No existe un hogar
Y en
la utopía
Ya
no llueve dentro de mí
Abandoné
mis pertenencias
en
las calles secas y rosadas
No
existe un hogar
nadie
tiene las manos manchadas.
Habiten junto a mí
Sáquenme
de esta habitación oscura
O
mejor, habiten junto a mí toda
esta
amargura que florece, mientras
el
pedrisco golpea en
mis
ventanas, asomando
sordamente
el nombre de aquel que me abandonó.
Las
nubes se condensan
casi
como un insulto, ahora que paré de llorar.
Poeta
Pilar
(Buenos Aires) Argentina.
Tiene
en preparación un libro: Caen las
estrellas hasta tus ojos
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