domingo, 19 de septiembre de 2021
Susana Cattaneo
Entre
balbuceos de corales
nace
una niña
con
el sol en las manos
y la
libertad en la frente.
Vestida
con palabras
rema
en su canoa
desnuda
de sí.
Se
une al primer espejismo
que
le deslumbra los ojos;
lleva
una pequeña luna
atada
a sus cabellos
y el
verano le crece en la boca.
Una
hilera de animales marinos,
hipocampos,
delfines,
la
acompañan en su ruta de partidas.
Ella
va hilando pensamientos
en
las lejanas orillas del paisaje.
Una
bandada de golondrinas azules
le
dibuja el futuro
(del
poemario : Pantano de fuego)
Poeta, escritora.
Ciudad
Autónoma de Buenos Aires.(Argentina).
Publicó:
Afrodita en tu alma”, Castalia, Tú agua
de sed (Cuentos), La diosa suicidada, Los destinos infinitos,. Más allá del
último portal, La mirada en otro cielo, Poemas de incienso, La orilla más
lejana y detrás del relámpago,. Estrellas en plegaria, Bitácora (Fotos de vida),.Lluvia
sobre toda soledad, “Pájaros de resurrección “Mensajeros del principio”,.
Palomas de la soledad (el libro del vacío),Niña subterránea, Musgo en el sol,.
Bufanda de pájaros, Esa nostalgia de mí, De bosque y caminos”, Extranjeras a la
intemperie, Niña subterránea II, Oasis de infinito, Estación de intemperie,
Pantano de fuego.
Libros
La misteriosa princesa del Roca,Sentimientos,
negocios e impronta femenina en el extremo sur de Còrdoba (1874-1929). (Ensayo:
trabajo de investigación), de Flavia Daniele, Vila Huidobro (Còrdoba) Argentina y Rita Gerbaudo,Jovita (Còrdoba) Argentina.
174
pàg. 21x14 cm.
Tinta Libre Eddiciones (Còrdoba).
2021.
“Acabamos
de celebrar la boda de S.A el príncipe Serge Mestchersky con la señora Eny
Allaire en la iglesia rusa en la calle Daru los testigos fueron por el novio-.
Consejero de Estado, General de Rataef y S.A el príncipe Constantin Mouroussy,
por la mujer S.A el príncipe Ferdinand Tyan y el marqués de La Rochetulon et Grente;” (Excelsior, 5 de mayo de 1911).”
Eny de Mestchersky —como firmaba ella— construyó un castillo a principio del
siglo XX en el lote 25 C Pedanía Jagüeles en el Departamento Gral. Roca de la
provincia de Córdoba. Este libro reúne una exhaustiva investigación de la vida
de Ernestine Marie Leontine Allaire comprendiendo su nacimiento en 1874 en el
Dpto. de la Vendee, sudoeste francés, su familia, amores y divorcios, proyectos
e inversiones incluidas además las causas y circunstancias que determinaron su
muerte en 1929. Una especie de novela real que vinculó a la aristocracia
euroasiática con figuras y personajes de aquella modernidad
internacional-nacional, clave en el diseño de un territorio surcordobés en el
que mezclaron rastrilladas, fortines, poblados y por si fuera poco la presencia
de una princesa.
Rita Gerbaudo.
Nació en 1940 en Jovita, provincia de Córdoba. Referente histórica- cultural,
autora de variadas publicaciones en clave local regional, coordinadora del
Archivo Histórico de Jovita y miembro de instituciones públicas referidas al
desarrollo, difusión y publicación de contenidos históricos-culturales.
Flavia Daniele.
Nació en 1983 en Villa Huidobro, provincia de Córdoba. Lic. En Ciencia Política
con orientación Análisis Político. Ha colaborado en publicaciones
regionales-locales. Actualmente integra el sitio digital
Historiassurcordobesas, basado en un archivo digital histórico del sur de la
provincia de Córdoba.
Publicò:
Intendencia Comunista en Villa
Huidobro (Còrdoba)
Adriàn N. Escudero
El día que no amaneció
a Edgardo A. Pesante. In memoriam
(16-01-32/22-03-88) .
El
cielo estaba como enrejado, como oscuramente abovedado. Estaba en vilo.
Esperando el cumplimiento de la maldita profecía aramea introducida en la
cultura tolteca. Según ella, los signos emanados de La Estrella de la Mañana,
aseguraban que el tiempo se había cumplido. Decían que vendría pronto la
insidiosa Oscuridad y que el Día no volvería a amanecer. O el final de las
texturadas alboradas volcánicas.
Aspiró
entonces como un animal en celo el frescor nocturno, hilvanado en las hasta ese
instante y sólo por una brevedad casual, verdes praderas de hombres altos,
magos, hechiceras, elfos, enanos, hobbits, orcos, unicornios, bestias
indómitas, reptiles y saurios aterradores. Pero nada sabía de la existencia de
El Revelador. Y Tolkien vagaría aún y por más de 150 millones de años, como un
espíritu desconocido para su estrenada conciencia vital. Y si todo sucedía como
estaba previsto, ¿dónde prendería y apagaría el esplendor de su fuego
primordial?
Se
había quedado quieto ante aquel lúgubre presagio que hacía tronar su doble fila
de dientes y colmillos con un lacónico rumrum, mezcla de ansiedad y presentido
estupor agónico. Y un llanto como de cenizas recién inauguradas, pareció
enrojecer aún más su mirada ayer altiva y ahora rotundamente cabizbaja… El sol
no se anunciaba. Tampoco el fulgor de algún extremo racimo de relámpago. La
quietud de esa tarde noche, ausente del chillido de los pájaros sobrevolando el
valle de la Gran Montaña, era un signo que jamás hubiera deseado escuchar.
Quizás porque aquel velamen de pequeñas criaturas, era como una ronda diaria
que anunciaba el comienzo y el final de cada jornada. Al igual que el enjambre
de peces que, día tras día, hacían funcionar y desde un hábitat acuoso virginal
-al compás de los vientos serranos-, el luminoso reloj de la existencia
escondida en una miríada de especies latiendo, tic tac, desde el fondo
verdiazul de los lagos y de las crestas porosas de las lomadas de la comarca
terrenal…
Y
tardaba. Alguien, alguna vez, lo había anticipado. Anticipado que, El
Vigilante, ya no tendría que tutelar a nadie más en la planetaria redondez de
aquel cielo duramente encapotado. Un cielo abroquelado en cada una de sus moléculas,
negando al Sol la complaciente alborada con la que, el cuchillo de luces
perfiladas daba calor y vida a su primigenio mundo. ¿Salvaje? (…)
De
pronto, un detalle del que extrañamente no había dado cuenta, le hizo pensar
que la Oscuridad había llegado. Ya. Ya. Y alzó vuelo. Fue como unos cincuenta
formidables metros aquel desperezo de lagarto alado. Sólo unos kilómetros a la
redonda y todo se confirmaba. Las fogatas en aldeas humanas e inhumanas, no
aparecían por ningún rescoldo traspasado por su proverbial visión de ave
prehistórica de caza. Sin embargo, El Vigilante, no se dio por vencido. Y
atravesó como un rayo toda la superficie de su mundo cruelmente amenazado y
rumbo a la extinción total.
La
completa ausencia de luz solar había comenzado un proceso de descomposición
orgánica y mineral, y el panorama en extensas áreas del planeta ya no era ni
verde, ni marrón ni azul. Su aguda facultad visual y poderosa audición, fueron
más que suficientes para describir, con extrema certeza, las condiciones alarmantes
y sobrecogedoras con que la realidad visible e invisible del planeta se
manifestaba…
El
color ocre comenzaba a dominar la escena y pintaba con un cándido pero lóbrego
matiz mortuorio, hasta el más mínimo rescoldo de nichos de pichones famélicos,
de frondas y vegetales sedientos, y oasis de tierras fértiles disipadas
áridamente en una nube rumorosa de polvo volátil y rocas desgranadas… Corrido
el telón de lo inexorable, los ríos mostraban la barrosa sequedad de sus lechos
mustios. Y los mares y océanos, y los gélidos árticos comenzaban, desde una
profundidad abismal, la vaporosa e imparable difuminación hacia lo Alto,
mixturando sus aguas salobres con la opacidad creciente del cielo encadenado,
abroquelado y renegrido, pero sin señales de tormenta alguna. Y tal condición
crepuscular, inaudita y extraña, podía observarse como un fenómeno que había
anulado –finalmente- hasta la espléndida belleza de las auroras boreales.
Con
la desazón cargada sobre el ancho cuerpo, y el corazón protoplasmático de
sangre fría latiendo de furia en su interior, con ondas asistemáticas y
espumosas al borde de un estrepitoso infarto, El Vigilante regresó a la cima de
la Gran Montaña. Afirmó con fuerza sus garras ciclópeas. Estaba solo… Alisó los
dientes e hizo crujir los cónicos colmillos, agitó las alas laterales y
estremeció su impenetrable piel gruesa y rugosa. Estaba solo. Solo. Era un Rey
al que nadie podía ni deseaba destronar. Hinchó el hocico y abanicó sus cuernos
y alas punzantes como las de un pterodáctilo. Solo. Completamente solo. Ni
siquiera la corta visita a los huesos de sus antepasados, lo había consolado. Y
peor todavía cuando tomó conocimiento de que su estirpe real, no tendría
heredero… Y si el mundo volviera a recobrarse millones de años después, su estampa
única sería tal vez, o confundida con sus no muy lejanos primos, los
saurópsidos dinosaurios, o tenida por una creación imaginaria de fantásticos
narradores de cuentos para jóvenes y niños…
Pero
antes de que viniera la Oscuridad y su agobiante silencio de muerte, tuvo
tiempo para prepararse como el Insigne Caballero Alado que había sido, hasta
ese desdichado destino de su sentenciado, egregio mundo material. Así, con
elegante presteza, alzó el cuerpo de rasgos serpentinos elevando sus dos
saúricas patas delanteras, y, acollarando el cuerpo junto a las traseras cuanto
pudo, desplegó en tenaza sus curvas y filosas garras para otear, por última
vez, el horizonte oculto por la celestial bóveda ominosa; y despidió, con
hidalgo furor, una gruesa bocanada de fuego, girando sobre sí como las agujas
de un reloj desconocido… Luego, enjuagó su lengua con saliva agria y lechosa,
recogió su gigantesca cola de aletas escamadas con motas de color metálico y
polimorfético, y cerró los ojos hinchados por un llanto demorado de siglos... Y
si nada podía hacer por ese mundo agonizante, también su hora había llegado.
Solo. Un brutal estremecimiento de tan
nervada masa muscular, hizo temblar a la Gran Montaña y su cadena de eslabones.
Al cabo, y a gatas, como un pequeño pichón de tigre, Quatzalcoatl, el último,
inteligente, bondadoso, sabio y bellísimo Dragón Dorado sobre la tierra, apagó
el brillo de sus metálicas escamas y exhaló un último suspiro, y, con él, las
fuerzas supremas que lo animaran…
Al
instante, la Oscuridad llegó, como estaba escrito desde el Primer Principio,
para hacerlo presa y sepultarlo finalmente junto a los suyos, cuando la Gran
Montaña y la Sagrada Caverna donde habitara -en la cúspide soberana de un risco
inaccesible-, se desplomaran estrepitosamente sin más sobre sí mismas.
Ello, bajo un tronar espantoso que nadie
llegó a escuchar tras el segundo e histórico Apocalipsis evolutivo que,
Alguien, había desatado ahora con la fuerza de un enorme, brutal meteorito que
golpeó a La Tierra… El nuevo supercontinente Gondwana se había originado -sobre
los restos geológicos de Rodinia, Pannotia y Pangea- descentrando al planeta de
su eje rotatorio y revirando a todo el Orden Existencial…
(…)
Concluía
el calendario Jurásico de la historia Mesozoica. Estratigrafía futura mediante.
Y ese Alguien comenzaría -también ahora- a barajar y dar de nuevo, con las
cartas de eones, eras, períodos y épocas, un interminable juego de naipes
astrales llamado Solitario.-
Narrador,
ensayista
Santa
Fe (Argentina)
Pubicò:
: Los Últimos Días; Breve Sinfonía y Doctor de Mundos I (El Sillón de los
Sueños).
Leyendas Argentinas
La
leyenda del “Paso del Lechuzo”
Desde el año 1856, cuando se creó el “Fuerte Constitucional” o Villa Mercedes, se empezaron a conocer y usar en algunas ocasiones, otros pasos existentes más al sur, tales como “El Paso del Lechuzo”, “Las Árganas” y “Las Lomitas”.
Entre
los màs conocidos por las fuerzas
militares de Lucio V. Mansilla en su Excursión a los Indios Ranqueles, está “El
Paso del Lechuzo”, cuya sola mención portaba un caudal de misterios y temores
secretos.
Cuenta
la historia, que ya en las penosas caravanas, o accidentadas travesìas en
diligencia y volantas, al tocarse el tema del indio, y acortarse distancia
hacìa la línea del Rìo Quinto (el último río, de los cuatro que atraviesan la
provincia de Córdoba, y situado bien al sur de la misma), llegaban
irremediablemente los múltiples y
legendarios relatos de sangrientas emboscadas indias en el sombrío Paso
del Lechuzo.
¿Quién
no tenía un amigo o conocido que alguna vez se salvó milagrosamente de una de
ellas?
Se
decía que al llegar al enigmático, sombrío y aterrador Paso cerrado por altos
caldenes y quebrados chañarales, se escuchaban silbidos y quejidos de mujer.
Algunos
decían que eran las ánimas de los cristianos degollados por los indios; otros
que eran los indios asesinados por los cristianos..
Por
las noches, se aparecía al viajero, una mujer vestida de blanco, sentada junto
a la barranca…Las cabalgaduras se empacaban y era inútil azuzarlas o darle
rebenque, sòlo iniciaban el trote, cuando la aparecida se esfumaba tras una
densa neblina blanca …
Decían
que no era una cristiana, sino una india que lloraba por los hijos que los mató
el cristiano en el lugar.-
Polifemo
Grupos y Letras en el Rock Argentino
El sueño termino
La
conciencia te abominara
Vuelve
a tu sitio a descansar
Las
almas se mueven
Desde
llegar
Tal
vez cuando muere
Deciden
hablar
Yo
sufro por ti
Ya
me pasa
Yo
sufro por ti
Ya
me pasa
Silencio
enlaces que caen
Desavenidas
Guerra
esta viva y quereros
Los
niños se visten de luz
Las
almas se visten de luz
Alcánzame
esa, quiero salir
Millones
de opiniones celebraran
Cuando
tuve la escasez pero igual
Quizás
por infinito al estar al sol
Aguardándome
el silencio abandono
Las
almas se mueven
Tal
vez de llegar
Tal
vez cuando mueren
Deciden
hablar
Yo
sufro por ti
Ya
me pasa
Yo
sufro por ti
Y ya
me pasa
Silencio
de gases que caen
Es
esa avenida
Guerra
esta viva y el de hoy
El
sueño termino
En
donde tu sueño azul
La
conciencia te arrolla
Vuelve
a tu sitio a descansar
El
sol no se viste de luz
Tu
sombra se viste de luz
Alcánzame
ya los dedos al fin
Los
niños se visten de luz
Sus
almas se visten de luz
Alcánzame
ya los quiero salir
(Del
álbum "Volumen 2" (1977)
Fue
una banda de rock argentino cuyos integrantes eran David Lebón, Rinaldo
Rafanelli y Juan Rodríguez. El trío era el habitual grupo soporte de Sui
Géneris, hasta que decidieron presentarse por separado, un par de meses antes
de la disolución del dúo. El éxito llegó con los simples "Suéltate rock
and roll" y "Oye Dios, qué me has dado". Fueron el grupo revelación
del verano de 1976 y su popularidad se afianzó con los numerosos shows que
brindaban. Para la grabación del primer álbum se incorporó el tecladista Ciro
Fogliatta. Esta placa fue presentada con Pappo como guitarrista invitado, en el
Luna Park, en agosto de 1976. Tanto el disco como el recital recibieron muy
duras críticas de parte de la prensa especializada, con lo que la estabilidad
de la banda comenzó a decaer. Cuando salió a la calle "Volumen 2"
(1977), la banda estaba virtualmente disuelta.
Rolando Revagliatti
Menos
de medio litro
Menos
de
medio litro
de vino tinto en la botella
delante del botellón
al lado de la quesera
encima del mantel
que cubre la mesita
circular en el cuadro
que la mujer del pintor
apoyó contra el respaldo
de una silla.
Candidades
10
mujeres se cepillan el pelo
9
hombres se cosen un botón
8
niños se crispan de repente
7
ancianas caminan por el borde
6
mujeres se reconsideran
5
hombres se plagian
4
niñas adolecen
3
ancianos escarban sus bolsillos
y
así sucesivamente
dos
muletas
un
padre nuestro
y
cero peso
no
nos restañan
ni
aun la herida más simétrica.
Para mí
Entré con dientes pero no con todo
me
quedé afuera un poco
Yo
nunca fui a la escuela
yo
realmente
nunca
vendí diarios
Cuando
yo medio no existía
yo
era demasiado yo
para
mí solo.
Poeta,
escritor y dramaturgo.
Buenos
Aires (Argentina).
Publicó:
El revagliatès (antología poética
personal); Ripio; De mi mayor estigma (si mal no me equivoco);
Muestra en prosa; Obras completas en verso hasta acà; Las piezas de un teatro.
César Vallejo