La calle de los
pàjaros
(poemas),
de
Ana Gervasio.
Buenos Aires
126 pàg. 20 x 14
cm. ISBN:
978-987-45445-5-1
Foto portada:
María de los
Ángeles
Gervasio.
Prólogo: María
Iribarren.
LindayFatal
Ediciones.
Buenos Aires.
2015.-
en vuelo
afuera los
carteles piden
piedad desde el
hastío,
las plazas
ofrecen su boca
de fruta dulce,
el viento
acaricia las
alas de piedra
de los ángeles
dormidos.
—algunas rejas
encarcelan el
aire—
me parece
escuchar el
crujido de un
sueño:
una playa
lejana,
un roce
imperceptible en
mi vestido de
arena
y en el desgarro
de mi corazón se
encauza un río.
pág. 37
de relojes y
espejos
suele terminar
del otro lado
del cielo
a veces se
extiende un poco
más allá,
incluso
atraviesa la
trinchera
pero siempre
termina. es un
instante. un
leve instante,
parecido al
vuelo de un
pequeño misto.
conspiran los
relojes,
intercambian
disfraces y
fetiches
levantan
estandartes de
cáscara y espuma
y después, en
los espejos,
aparece una
sombra con la
misma sortija
que yo usaba:
aquella de la
piedra preciosa
del amparo.
entonces
quisiera dormir,
porque siempre
termina.
es apenas una
tenue brisa,
un antiguo
retrato, un
destello de sol.
el recuerdo de
un sueño.
quisiera dormir,
cerrar los ojos
para siempre
(pero me crecen
flores en la
espalda
y me deslumbra
el esplendor de
este vestido
nuevo)
pág.
83
la calle de los
pájaros
tenía pocos
años, zapatitos
de domingo
y un sombrero de
fieltro
esperando en el
andén,
un perfume de
lluvia entre las
sábanas,
aquel sabor a
helado de limón
con lágrimas
y un brutal
deseo de vivir.
él dormía, ella
también.
(fue en la
habitación
pequeña. estaba
sola.
el silencio
gritaba socorro
en esa reclusión
del universo)
la calle de los
pájaros tomó un
color impropio,
ajeno a la
tibieza de la
almohada
el rocío
destrozaba
fulgores contra
el vidrio
y preferí salvar
en el aire las
caricias,
defender la
ventana que me
pertenecía.
no sabía de
destierros
ni de ráfagas de
olvido
aún guardaba
intacto el
sonido de la
vieja estación
sin embargo,
me pareció que
el cielo se
anticipaba al
tiempo:
alcancé a ver
una sombra
que moría en la
pared
y tuve miedo.
fue la primera
vez
que escuché a
los árboles
sollozar
ausencia.
pág.84
Ana
Gervasio
Naciò en la
localidad de
Italò (Còrdoba).
Reside en la
actualidad en
Buenos Aires.
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