El Hombre como institución Espíritu- Cultural |
sábado, 18 de marzo de 2017
El Rescatador
Publicado en
Revista
Literaria
“Mapuche “. Año
1 – Nº
5- Agosto-Septiembre
de 1982 (impresa)
Editorial
El Hombre como institución Espíritu- Cultural
Al tomar contacto con la
Naturaleza, el ser humano ha
venido desarrollando, a través
de la Historia, un panorama no
muy alentador para el futuro.
Tristemente no supo aprovechar
ese maravilloso don espiritual
que posee desde los comienzos.
Hechos fehacientes, tales como: genocidios,
odios, grandezas, vanidades, etc, etc,
pueden
corroborarse “a simple vista”, como un producto
irracional en su efímero paso por el planeta.
En la actualidad, gran parte de la población
humana
vive ignorando, y marginando todo aquello
que es benefactor y estimulante para su alma,
entregándose en
forma masiva a los vicios cotidianos y
despreocupación por rehacer su vida.
Ahora bien, considerando dentro del plano
sicológico, existen dos funciones primordiales
que actúan de una manera sincrónica en la vida
de uno mismo, en relación con esta sociedad.
Estas funciones, que podríamos definirlas como
función espíritu, y función razón, al accionar
todo el mecanismo del ser físico, ponen en
manifiesto una sucesión
de
fuerzas cósmicas sobre el terreno sutil del
Hombre, preparando con anterioridad mediante la
Obra Suprema de Nuestro Creador, para que fuese
en un futuro cercano, una auténtica y única
institución Espíritu- Cultural.
Ramón Emilio Charras
Cacique Sitón 1999
Brindis primaveral
Ya más cálido el sol se levanta.
Y detrás de las nubes en vuelo
rompen claros azules de cielo.
Viste blusa de hojas la planta.
Recupera el ganado su brío
y las crías retozan y juegan.
Croa el sapo. Los pájaros
llegan.
Suena el agua en las piedras del río.
El color en la luz se organiza
y el perfume en la flor. ¡Mes noveno!.
La feliz juventud - grito pleno -
sus banderas de júbilo iza.
¡Ya las nieblas por fin se deslíen!.
Todo es grato en el tiempo que adviene.
Y el amor, renovado, interviene
en la piel y
las bocas que ríen.
Levantando en mis dedos el día
como cuando se brinda en la fiesta
¡gracias, Dios - yo le digo - por esta
primavera de todos. Y la mía! …
(de la antología: “Muestra del
91 - Poetas Cordobeses” -
Cosquín
1991)
Naciò en Quilino (Còrdoba)
en
1921.
El poeta que habla de Las
Salinas, del piquillín, mistol,
aguariguay, del algarrobo, del
tala, de los ranchos y las
sufridas madres en el paisaje
del norte cordobés.
Decìa Francisco Pancho Colombo
sobre Ramòn Charras:
“Charras siempre andaba alrededor de SADE. Era
una de esas personas que no solo hablaba, sino
que construía , trabajó muchísimo en la creación
de la Biblioteca del Personal Ferroviario, en
Alta Córdoba. Muy sensible, se exigía a si
mismo, con una poesía fuerte, de cristianismo
primitivo. A través de ella reclamaba justicia
pero su protesta estaba unida a la gran belleza.
Lo que expresaba era una radiografía de su
corazón generoso y sus ojos descubridores. Como
todo gran poeta lleva con él el recuerdo de su
infancia, del sufrimiento de su gente, no
olvidaba sus orígenes”
“el hombre forma parte de su paisaje, de su
origen y el entorno y lo vivido forjan su alma.
Ramón Emilio Charras, trabajador de toda su
vida, escritor por vocación, hombre de palabra,
nació en una tierra dura de esperanzas, de
ranchos de pajabrava, lo confirma su escritura,
poeta de raza y altura, hombre de bien. Ramón
Emilio Charras , un hombre humilde, observador,
silencioso, alzó su voz para decir, denunciar,
protestar por su territorio, su tiempo, su
gente. Charras ocupa un lugar entre los grandes”
Olga Cabrera Ladu
(Textos tomados del blog del programa radio:
“Luna de Pájaros, que conduce mi amiga poeta y
escritora Liliana Chávez)
Ramón Charras, falleció
en Córdoba Capital)
Publicó:
Córdoba Ocre, Cordobazo, El. David, Obra poética :
Ramón Emilio Charras, recopilaciiòn de Nilo Amadeo Comba Esquivel
Emilio Del Guercio
Letras en el Rock Argentino
Milagro de Pueblo
Varias luces
entre la gente
hay para ver donde estan
los artistas imaginarios, mentes externas que bailaran al salir.
Los grillos huyen en todo el resplendor
suaves aromas inundan la region.
Las voces silvan en la plaza del sur,
noche de magia que agitan a su voz.
Cruza el sendero hacia alla
una cadensiosa luz, los fuegos se dejan ver cambiantes y alguien tendra que saltar.
Varias luces entre la gente
hay para ver donde estan
todos hablan de que en el pueblo el hombre de piedra se despertara al rodar.
hay para ver donde estan
los artistas imaginarios, mentes externas que bailaran al salir.
Los grillos huyen en todo el resplendor
suaves aromas inundan la region.
Las voces silvan en la plaza del sur,
noche de magia que agitan a su voz.
Cruza el sendero hacia alla
una cadensiosa luz, los fuegos se dejan ver cambiantes y alguien tendra que saltar.
Varias luces entre la gente
hay para ver donde estan
todos hablan de que en el pueblo el hombre de piedra se despertara al rodar.
(del
cd: “Brumas” -
1974)
Intérprete: Aquelarre
Carlos
Emilio Del
Guercio San
Martín es uno de
los pioneros del
rock en
Argentina,
destacándose
como bajista y
cantante, aunque
también se
desempeñó como
guitarrista y
flautista,
siendo parte de
Almendra junto a
Luis Alberto
Spinetta en
guitarra y voz
líder, Edelmiro
Molinari en
guitarra líder y
voz y Rodolfo
García en
batería y voz.
Junto a ellos
grabó algunos
simples de los
que destacan
canciones como
Tema de Pototo y
Campos Verdes y
luego dos
álbumes:
Almendra (1969)
y un disco doble
de igual título
en 1970. La
frustrada
empresa de
componer una
ópera, lleva a
la disolución
del grupo ese
mismo año.
Celina Feuerstein
hoy me dijeron que despedida es
dejar
de pedir
y entendí tu ausencia
de otro modo
despedirse es arrojar
como quien tira una piedra al aire y
también
convertirse en mineral y rodar
desprendido
lanzado al viento
que mueve
todo lo quieto
no nos dijimos
adiós
solo volamos
despedidos
como flechas
desde el centro en línea recta
cada una al otro lado
del mundo
ocurrió como en Los puentes de Madison
fue una despedida sí pero sin atrevernos
a decir la última palabra
¿pero acaso podría
haber sido
diferente?
¿cómo se termina un amor, en nombre de qué o
con qué nombre?
¿se dice adiós?
¿se dice arrivederci?
¿se abraza, al final?
uno imagina despedidas como
un puente y figuras
en luz cada vez más tenue
y el auto que se aleja
y los faros
que se pierden
fue un final a puro silencio y
algo brilló en el cielo
como una bola de fuego
despedida
por un cañón
Berlín
cómo habrás visto
esto que veo
Berlín
su nieve
calles que te tuvieron
tan joven tan fuerte
y no sé
si es esta tu Berlín
papá
cómo saber
tus ojos
y lo que se escurre
lo que pierde
cada mirada
entre guijarros
y plazas
yo espero en estaciones
los trenes que
nunca
jamás olvidan
el brillo
de unos ojos
en la nieve
mientras suena
estación Ostbahnhof
y escucho
una sirena
chocaron los colibríes
en el aire paff colisionaron de frente
como aviones desaforados al perder
el rumbo
ustedes pájaros sutiles cómo es posible
que yerren que equivoquen
qué los distrajo del trayecto hacia la luz
idénticos sus brillos verdes se miraron
apolíneos hermosos
una figura vuelta hacia sí misma y
los tragó la luz pajaritos
embelesados
no supieron de la sombra del espejo
qué pena qué ironía tan perfectos
me pregunto
si fue un error de cálculo una falta
o un exceso
o tal vez un suicidio compartido
un pacto de amor
Nació en Buenos Aires. Estudió psicología en la UBA, y trabaja como psicoanalista. Poeta
Libros
La calle de los
pàjaros
(poemas),
de
Ana Gervasio.
Buenos Aires
126 pàg. 20 x 14
cm. ISBN:
978-987-45445-5-1
Foto portada:
María de los
Ángeles
Gervasio.
Prólogo: María
Iribarren.
LindayFatal
Ediciones.
Buenos Aires.
2015.-
en vuelo
afuera los
carteles piden
piedad desde el
hastío,
las plazas
ofrecen su boca
de fruta dulce,
el viento
acaricia las
alas de piedra
de los ángeles
dormidos.
—algunas rejas
encarcelan el
aire—
me parece
escuchar el
crujido de un
sueño:
una playa
lejana,
un roce
imperceptible en
mi vestido de
arena
y en el desgarro
de mi corazón se
encauza un río.
pág. 37
de relojes y
espejos
suele terminar
del otro lado
del cielo
a veces se
extiende un poco
más allá,
incluso
atraviesa la
trinchera
pero siempre
termina. es un
instante. un
leve instante,
parecido al
vuelo de un
pequeño misto.
conspiran los
relojes,
intercambian
disfraces y
fetiches
levantan
estandartes de
cáscara y espuma
y después, en
los espejos,
aparece una
sombra con la
misma sortija
que yo usaba:
aquella de la
piedra preciosa
del amparo.
entonces
quisiera dormir,
porque siempre
termina.
es apenas una
tenue brisa,
un antiguo
retrato, un
destello de sol.
el recuerdo de
un sueño.
quisiera dormir,
cerrar los ojos
para siempre
(pero me crecen
flores en la
espalda
y me deslumbra
el esplendor de
este vestido
nuevo)
pág.
83
la calle de los
pájaros
tenía pocos
años, zapatitos
de domingo
y un sombrero de
fieltro
esperando en el
andén,
un perfume de
lluvia entre las
sábanas,
aquel sabor a
helado de limón
con lágrimas
y un brutal
deseo de vivir.
él dormía, ella
también.
(fue en la
habitación
pequeña. estaba
sola.
el silencio
gritaba socorro
en esa reclusión
del universo)
la calle de los
pájaros tomó un
color impropio,
ajeno a la
tibieza de la
almohada
el rocío
destrozaba
fulgores contra
el vidrio
y preferí salvar
en el aire las
caricias,
defender la
ventana que me
pertenecía.
no sabía de
destierros
ni de ráfagas de
olvido
aún guardaba
intacto el
sonido de la
vieja estación
sin embargo,
me pareció que
el cielo se
anticipaba al
tiempo:
alcancé a ver
una sombra
que moría en la
pared
y tuve miedo.
fue la primera
vez
que escuché a
los árboles
sollozar
ausencia.
pág.84
Ana
Gervasio
Naciò en la
localidad de
Italò (Còrdoba).
Reside en la
actualidad en
Buenos Aires.
viernes, 17 de marzo de 2017
Antonio Preciado
Andan
Los muertos
andan
calculando
alaridos para el
viento.
Cuando cerráis
los ojos,
sabedlo de una
vez,
los
muertos
se alzan
y caminan
secretamente
vivos,
sin pisadas,
acomodando
signos en el
aire,
liberando
palomas
enterradas,
erigiendo colore
escondidos
en la asomada
cal de los
fantasmas.
de
“Más acá de los
muertos” (1966)
La deuda
Es que en la
operación algo
está mal,
es que no
aprendí bien
o es que, por el
contrario,
la vida nunca a
mi me dio clase;
pero, si dividen
entre pocos
un país
suficiente para
todos,
un Ecuador
entero,
múltiplo
nacional,
dividiendo
abundante,
no entiendo por
qué tienen que
prestar,
arrastrar y
prestar,
arrastrar y
prestar
para que sólo a
ellos les
alcance.
de:
“De ahora en
adelante:
Operaciones
fundamentales”
(1993)
La sed y el agua
Sentida así,
como una sola,
en masa,
resulta una gran
sed,
casi un tumulto
de las que se
han venido
acumulando;
y si en verdad
es una sed
temible;
es mentira que
guarde
algún encono,
justo contra el
agua.
Por el
contrario, hay
quienes
vuelven al agua
turbia,
pero esa sed
siempre la sueña
clara;
la viven
desviando a sus
molinos,
pero esa sed
ansía
reencauzarla;
no la dejan
correr,
pero esa sed
quisiera, por
fin,
desestancarla;
o la reparten
mal todos los
días,
y es la sed la
que alcanza.
de:
“De boca en
boca” (2005)
(de: “Tal como
si juntáramos
campanas”
Antología
Esencial
1961-2009)
Ediciones
Continente.
Buenos Aires.
Antonio Preciado
Bedoya es un
poeta,
ex-embajador,
ex-ministro,
humanista y
catedrático
universitario
ecuatoriano
Naciò en
Esmeralda
(Ecuador) en
1941.
Publicò:
Jolgorio
(Quito, 1961).Este
hombre y su
planeta
(1965).Más
acá de los
muertos
(Quito, 1966).
Siete veces la
vida
(1967).Tal
como somos
(Quito, 1969).De
sol a sol
(Bogotá, 1979).Poema
húmedo
(La Habana,
1981).Espantapájaros
(La Habana,
1982).De
ahora en
adelante
(Quito, 1993).Jututo
(1996).De boca en boca
(2005).De
para en par
(2005).
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