viernes, 16 de junio de 2017

María Elena Noguerol Coli

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Una azuleña en la Patagonia

1.Tiempos de linaje…

Los indios Catriel pertenecían a una antigua estirpe que se rastrea en el territorio bonaerense desde fines del siglo XVIII, eran Tehuelches septentrionales, descendientes de los boroganos (agrupaciones mapuches que emigraron desde la Araucanía chilena a la región pampeana argentina). Las tolderías de los Catriel, se ubicaban en la línea de frontera, cercanas a la ciudad del progreso y de todos sus vicios y enfermedades que los diezmaba.

Los indígenas y en particular los descendientes de tehuelches, se empeñaban por preservar sus hábitos nómades y cazadores; sus creencias religiosas y estructura social se apoyaba en el “cacicazgo”.
En el idioma de la etnia mapuche, de transmisión oral. El cacique y los abuelos eran los encargados de dar la instrucción cultural, escuchados de generación en generación.

La palabra catriel significa: ‘cara cortada’ o ‘que posee una cicatriz’. Una lengua sin escritura, que los identificaba con una manera de ver el mundo, a puro sonidos interpretados en formas diferentes.
La dinastía de estos Caciques pampas durante el siglo XIX, fueron: Juan Catriel, Su hijo Juan “el joven” y sus nietos Cipriano Catriel, Juan José Catriel.

El negocio pacífico de los indios, puesto en práctica por Juan Manuel de Rosas. Consistió en un complejo conjunto de vinculaciones. Fomentando la amistad interesada a partir de la dádiva engañosa y una explotación sutil del indígena, desembocando en la traición lisa y llana.
Todas las artimañas pretendían dominar al indio, con los vicios, como el tabaco y alcohol siempre disponible; y el hipócrita sentimiento de poder que producía vestir un uniforme militar que el gobernante obsequiaba como una broma. Estos “indios amigos” fueron convenientes para los gobiernos.

Por su participación en las expediciones de 1833, a los Catriel, les fueron cedidas tierras en la zona de Azul y Olavarría y ventajas de raciones y cargos en el ejército. Pero en 1856, la zona comenzó a ser vista con interés por los ganaderos, siendo desplazado a las inmediaciones de Azul (Potreros de Nievas).

Ser mujer del cacique Catriel tenía sus privilegios. Lo cierto es que el Cacique nunca abandonó la poligamia. Las mujeres del Cacique Cipriano, recorrían con desenvoltura las calles de Azul, cabalgando solas o con varias criaturas en matungos flacos, adornados con aperos suntuosos. Montaban como hombres, subían y bajaban de sus caballos con destreza. En el boliche negociaban cambiar las fajas tejidas, los cueros y pieles de nutria, por cortes de género, azúcar, aguardiente y yerba.

Y siempre se paga el olvido,
despojo parido de su tierra,
talones de sangre sin destino,
negociado el dominio de una raza.

Imponen líneas de dueño,
quitando del río su huella,
la traición se huele cerquito,
ignorando el linaje que despertará.

                                            MEN Coli


Nada hacía pensar que los tiempos de bonanza se terminarían y que el peligro del desaparecer de una raza, dependería de una mujer azuleña, señalada por los dioses para negociar.


Continuará…
Una Azuleña en la Patagonia: 2. Mujeres de la tribu Catriel


25 de Mayo (La Pampa.). Argentina .Docente y escritora.


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